El aire entra por la ventana. Suave, tierno. Caluroso por el día y fresco por la noche. El sonido del ventilador remueve las partículas aladas. Las lanza cruelmente hacia mí para combatir mi calor del mediodía mediterráneo entre extrañas felonías.
Todo cobra vida ante la quietud. El más leve movimiento cobra sentido. Un sentido magnánimo.
Y mientras se disfruta de todo y nada la vida pasa. El tiempo también. La tristeza ya no existe. O por lo menos no siempre. Los malos y buenos tragos vienen y se van. Un carrusel es la vida que corre con trotes, rampas, muros, escaleras que hay que trepar o bajar dependiendo de los mapas que en tu mente hallarás.
Prometí olvidar demasiadas cosas que aún recuerdo. Y no me acuerdo de tantas otras que juré no olvidar. Está cabeza tan mía no me deja respirar solo. Preocupado hoy me encuentro pues quien no recuerda su pasado es capaz de repetirlo, de mentir y de hacer mil y una veces la misma pregunta.
El presente es curioso pues cuando pretendes hablar de él o cambiarlo ya se ha convertido en un inmutable pasado. El pasado está ahí quieto e indeleble. El futuro se contorsiona, se difumina, nunca acaba de llegar. Quizás sea este tiempo lo difícil de la vida pues no se puede controlar. Lo difícil y bonito pues sin cuarta dimensión no hay quien sepa dar un paso para adelante o para atrás y ser un poco diferente o directamente cambiar.
Todo cobra vida ante la quietud. El más leve movimiento cobra sentido. Un sentido magnánimo.
Y mientras se disfruta de todo y nada la vida pasa. El tiempo también. La tristeza ya no existe. O por lo menos no siempre. Los malos y buenos tragos vienen y se van. Un carrusel es la vida que corre con trotes, rampas, muros, escaleras que hay que trepar o bajar dependiendo de los mapas que en tu mente hallarás.
Prometí olvidar demasiadas cosas que aún recuerdo. Y no me acuerdo de tantas otras que juré no olvidar. Está cabeza tan mía no me deja respirar solo. Preocupado hoy me encuentro pues quien no recuerda su pasado es capaz de repetirlo, de mentir y de hacer mil y una veces la misma pregunta.
El presente es curioso pues cuando pretendes hablar de él o cambiarlo ya se ha convertido en un inmutable pasado. El pasado está ahí quieto e indeleble. El futuro se contorsiona, se difumina, nunca acaba de llegar. Quizás sea este tiempo lo difícil de la vida pues no se puede controlar. Lo difícil y bonito pues sin cuarta dimensión no hay quien sepa dar un paso para adelante o para atrás y ser un poco diferente o directamente cambiar.