¿Dónde has entrado?

Acabas de entrar a un extraño mundo, donde el discernimiento humano escribe con una extraña pluma. Mi teclado es rodeado por mi locura en un extraño halo que no puedo alcanzar a definir y cuando se mezcla con algunos profundos sentimientos... da este blog como resultado.

viernes, 29 de febrero de 2008

Horizonte de polizonte


El diferencial de tus labios no está. La luz no puebla mi corazón oscuro que se contorsiona. Pero sigue latiendo. Eso es lo que cuenta. Busco la luz. Voy hacia ella. Y quizás lo más importante sea en realidad el camino. Los pasos andados para que no se pare el corazón.

Mi inteligencia falló. Saltaron los plomos del cerebro sin deber. Apagón. Sí, en la cabeza también. Pero bueno, se reinicia el sistema. La luz vuelve. Menos mal. Las neuronas vuelven a funcionar.

Escondido en un rincón me quedo, tras reiniciar. Cargando los datos de un pasado para establecer los comandos de un futuro. Abro los sentidos en derredor, llega a mí lo que me rodea como en una ensoñación.

Respiro, doy energía a mi ser, porque el siguiente paso es que me he de mover. La energía potencial convierto en cinética. Corro, corro, sin parar. El horizonte está más cerca. Lo voy a alcanzar... No, nunca. La utopía en mi día gris. Me deberé echar a dormir, y mañana despertar distinto, sin la resaca de un barato vino tinto.

Y ahora cuando me cubra la sábana mis neuronas viajarán hacia preguntas o lugares. Eso ya da igual.

No me entiendas, no lo intentes, sólo has de disfrutar. De versos escritos en prosa sobre los que se puede rodar y gritar a barlovento, gritando por gritar.

Horizonte de polizontes, a ese quiero llegar. Donde desembarcaron palabras que escondidas quisieron resucitar al salir de ese barco, de ese barco de mi mente, de ese que es mentira y verdad. La vida es difícil y yo me la complico aún más.

martes, 26 de febrero de 2008

¿Pena?


No puedo seguir escribiendo los versos en prosa. No puede seguir importándome aquello que en realidad no me importa por absurdos miedos y penas. Y pena los que se mueren de hambre o yacen postrados en una cama, no ellos.

Recorrí la calle alegría sin saber en donde estaba hasta desembocar por una extraña callejuela transitoria a la pequeña plaza tristeza fugaz. Miré en derredor apenado por nada y por todo. Apenado porque me saqué el corazón y lo vendí en el rastro de la desidia, el olvido y la lejanía de aquellos que me conocen, de aquellos a los que quiero. Pero pena los que guerrean sin DNI que verifique su edad, no yo.

Vi a Cupido volando fugaz, transparente, inocente, ignorándome. Y la congoja de la soledad acompañada por neblinosos espíritus que se arrastran en mi existencia apretó mi corazón de acero hasta deshacerlo como cenizas volantes. Sin embargo pena las chicas que son despojadas cruelmente de su clítoris y aquellas que se ven obligadas a casarse con un hombre cuarenta años mayor que ella, no que no halla encontrado aún la idea volátil de un amor que necesito y no a un tiempo.

Las voces de mi tiempo me llegan con claridad a mis ojos y oídos, y no hago más que sumergirme en el autismo inútil y desvencijado de la autocompasión. Y lo sé y no hago nada, y eso es lo que me preocupa. Pero no guapo, ahora nada de penas, ahora te jodes.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Grieta ártica


Las nubes se arremolinan locas y vengativas usando el cielo como una gigantesca base de operaciones suicidas. Y cuando el gris se apropia de la nubes, éstas se precipitan cual kamikazes en forma de pequeñas gotitas veloces que agonizan cayendo del cielo a este mundo, aunque ellas son un ciclo y volverán a las alturas más pronto que tarde en una agonía que empieza y no acaba.

Hoy llueve. No es la primera vez que lo hace. Ya estamos acostumbrados a estas incursiones, inesperadas en ocasiones, con las que el agua moja en una caricia de aviones de papel los tejados de nuestro mundo inventado con edificios que intentan alcanzar su reino, sin éxito alguno. Edificios que les retan al subir a lo alto.

Y hoy se han mojado mis emociones. Han teñido lo blanco de negro. Han vuelto a surgir derramadas porciones de agua por la tez plana de mi hartazgo. Han llovido recuerdos que nunca existieron aunque pudieron hacerlo si el cubo de rubik se hubiera resuelto de otra manera. Han caído por el precipicio de frías manzanas las gotas de agua de mi oscura y triste mirada.

Alguien lo entiende. Alguien lo siente. Pero me rodea la más frustrante ignorancia. No me reconozco en los ojos de extrañas y cercanas miradas.

Y mientras, las gotas guerrean, me impactan. Inundan el suelo, inundan mi alma. Y en mí se derraman cálidas gotas de néctar de las más profunda tristeza escapada de la cárcel de los sentimientos que se evitan. Y ello produce una grieta profunda en mi corazón que congelado, cual ártica placa que se desgaja como una mandarina pelada y enseguida comida.

lunes, 11 de febrero de 2008

Recortes


En el circulo polar de mi cabeza se arremolina el inframundo helado de mis desvaríos. Oscuros secretos se esconden esperando a ser lavados con cepillos de cartón piedra. Claras verdades en otro lugar, en otra parte, salen sólo para evitar morir congeladas en la sombra de mi entelequia humana.

Andan los hombres que lobos se hacen una o dos veces al mes, porque un día les mordió otro igual con rencor contenido sólo por jorobar. Y yo cordero entre lobos quiero escapar. Aunque quizás sea yo el más lobo, el licántropo que a todos ha de picar como una burda abeja para llevar miel a su panal. Y lo desconozco en mi ignoracia, ignorancia de aquel que no enlaza el gris de una piedra con la onda, que forma en el lago, que se esparce cual sonido gallardo hasta hallar un bolardo.

Giran en torbellinos decrecientes de letras ideas que no puedo encauzar. Giran, se doblan, saltan, se retuercen, miran, se huelen las palabras aladas que vuelan libres pero atadas. Gaviotas de frases con fondo, halcones de párrafos sin fin, gorriones con descarados versos de poeta muerto.

Me reconocí al fin en el espejo, dije verdades como casas ante él. Mejor una verdad sin maquillar que aquella maquillada tras la muerte de todos los testigos.

La luna llora porque han muerto los reyes de bastos de cada baraja. La tierra se mueve por un terremoto de cetros caídos. Mi corazón tiembla al contemplar allí quieta a la puta de oros tranquila y fiestera sin saber lo que le pasa allí cerca a una cepa sin uva, un ser sin cabeza, una pequeña agonía...

martes, 5 de febrero de 2008

Amiga mía


Ella cuida mis rosas. Las endereza cuando puede, cuando se lo permito. Es la mejor jardinera en mi jardín aunque le tengo dicho que cuide un poco mejor el suyo. No sé si mis cuidados a sus tulipanes dan el resultado esperado. Aunque ella me confiesa que soy uno de los mejores jardineros que han pasado por su reino de tulipanes extraños y rebeldes. A veces estamos tan metidos en nuestro ajardinado y soñador mundo que nos pisotean lo que habíamos plantado y mimado con esmero. Pero nuestras parcelas ajardinadas nacen y renacen de sus propias cenizas cual fénix que se suicida para convertirse otra vez en un pequeñajo polluelo. Al fin y al cabo el esfuerzo de dos personas es mejor que el de una sola para construir otra vez lo derruido en las guerras vitales.

A veces veo como sus ojos sentados en un banco se desvían hacia el infinito ocultando moléculas cristalinas que buscan de manera incipiente arrojarse al vacío. Pero ella aguanta, como ser orgulloso que es, orgulloso pero de una bondad e inocencia que demasiada gente no cree al ver la cáscara de huevo que rodea la frágil clara y la frágil yema de su interior. Cada vez que pienso en las cascadas de pensamientos que lleva dentro me abruma. Creo que es uno de los seres más profundos que conozco, más hondo en sus elucubraciones que muchas de las fosas marinas de nuestros océanos.


Mi jardinera del alma que teje palabras orales y escritas que me hacen tiritar porque es mi amiga y jamás lo he de olvidar. Amigos de verdad pocos se encuentran y uno de verdad es un tesoro, es todo un mundo positivo. Hay tardes que se empiezan llorando de tristeza y se acaban llorando de risa. Y muchas veces es mi jardinera quien saca las espinas que llevo clavadas de mis rosas asesinas. Gracias amiga, gracias por toda una vida. Espero que llueva mucho en nuestros principados florales y que sigamos siendo amigos para sacar las macetas afuera como hacíamos en la prehistoria de nuestra existencia.

lunes, 4 de febrero de 2008

Retales impresos


Mi cerebro imprime recuerdos que un día escaneó elevando al cuadrado lo que pasó ayer y dividiendo por quinientos lo que ocurrió hace demasiado tiempo. La raíz cuadrada de mi vida no me da lo que esperaba. El vector posición que planeé se equivocó. Soy un hombre de letras encerrado en un cerebro de ciencias intentado ser un engendro de artista.

La ventana de mi alma está tapiada con cerámica refractaria para que no queme el mundo con el fuego de mi boca y de mis letras. Y yo escondo lo tapiado con cortinas que me engañan, aunque en realidad me engaño yo al ponerlas.

Tinta escapa entre mis dedos, tinta que forma ríos en varias vertientes. Y yo me quedo anonadado haciendo que se estrellen los aviones de zanahoria rallada en mis sienes vespertinas esperando un milagro aquí sentado en vez de salir a buscarlo. Y es que tengo miedo a mirarme un día en el espejo sabiendo que huelo a viejo no habiendo encontrado lo poco que busco en un mundo que se calienta mientras mi corazón se enfría a pasos muy lentos.

Quiero echar una foto que me obligue a sonreír con la sinceridad que hoy en día tanto echo de menos. Que me ordene en un instante que viva cada momento con la ternura de un recuerdo afable. Y es que quiero derribar lo que me impide ver la luz. Pero para ello tendré que saltar del puente del olvido para subirme al tren de la esperanza y sentado en clase turista mirar a la ventana y ver amanecer en un instante en que anonadado contemplando el paisaje piense en lo que dejo atrás con el alivio de un niño al recuperar sus juguetes perdidos.

Marchito el tiempo deshojando margaritas y soplándolas cual viento huracanado. Y lo sé, porque lo siento, que malgasto estúpidamente lo único que verdaderamente tengo, ese volador tiempo...