¿Dónde has entrado?

Acabas de entrar a un extraño mundo, donde el discernimiento humano escribe con una extraña pluma. Mi teclado es rodeado por mi locura en un extraño halo que no puedo alcanzar a definir y cuando se mezcla con algunos profundos sentimientos... da este blog como resultado.

martes, 15 de diciembre de 2009

Vendetta


Llega, sin previo aviso, un momento en el cual la música tenue de la vida toca el clarinete, el saxofón y el piano, todos a la misma vez pero transmitiendo la dulce y gratificante melodía de la venganza. De repente tocas fondo, y no hay nada más abajo. Sin embargo sigues, vives. Todo aquello negativo que sentiste un día se transforma. Sales de la ciénaga enfangada y empiezas a limpiarte toda la mierda. El mundo es dificil pero comienzas tu propia y silenciosa venganza. ¿Objetivo? Todos ellos. ¿Por qué? Por todo.

Cuando no tienes nada caes y caes hasta toparte con algo que te desvía del camino descendente para colocarte en el ascendente. ¿Y por qué el cambio? Muy simple, porque sigo teniendo algo que soy yo mismo. Y todos aquellos que me han echo descender deben pagar en la aduana de mi alma si quieren volver a entrar en el estado independiente de mi corazón. Aunque seguramente nunca más lo logren.

Sin duda volveré a caer. Pero eso tendrán la suerte, o la desdicha, de verlo todos aquellos que me leen. Porque hay quien se atrevió a decir que me conocía sin adentrarse en el mundo inmenso de mis escritos. Paranoias les llamaban los que acaso un ápice se acercaron. Pero no. Ni son paranoias, ni serán, pero a aquellos a los que un qué tal les costaba dinero les parecen que sentimientos humanos adornados por recursos literarios de un estudiante precabido no son más que pequeñas locuras que deben ser olvidadas cuando vuelvan a mirarme a los ojos. Y no. Se han equivocado.

No hay nada en mi mundo excepto yo. Duro pero cierto. Ya es hora de soltar peso vital. No me contéis más milongas. Sólo yo importo. Es mi venganza. No sé cuanto durará pero he de disfrutarla.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Sin luz, a oscuras


Se fue la luz. Un apagón general en la manzana de la esperanza en la ciudad de la vida. Encendí velas para que otros siguieran su camino. Nadie me las encendió a mí y me quedé estancado en una mayoría de edad inestable, sin bastón ni apoyo alguno excepto mi propio sustentante esqueleto.

La lluvia mojó ríos, mares, lagunas y albuferas. El viento arrastró personas, vacas y elefantes. Mientras yo sigo seco y en mi sitio. Triste pero cierto. Veo volar hasta a los pingüinos más patosos y yo anclado en la sosa ciénaga de un todo que me estanca.

Las teclas del piano bullen cual burbujas y me tocan la sinfonía del pasado que vuelve a posarse tenaz en lo hombros de un hombre para decirle al oído lo que otros pensaron. Vuelve a desgarrarse otra vez la piel de mi mano con las uñas largas del odio por la larga espera de un cambio que nunca llega. Y no es un cambio cualquiera, es el devenir transformado que uno desde hace demasiado en su mente ha pintado.

Borré la tinta de las hojas que nunca escribí. Guardé sin celo un diario que nunca nadie leyó. Tuve amigos que nunca preguntaron más allá de un cómo estás. Y los demás... ¿para qué contar? Se fueron volando con el aire tranquilo de una ola del mar.

La cueva nunca fue un lugar más frío que el exterior, hasta que a ella llegué yo. Congelé mi corazón a cien grados bajo cero para nunca más sentir que estaba en un tan hondo agujero. Y aquí sigo sin luz esperando, como un ciego, a ese perro labrador que me permita dar tan sólo un paseo.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Nubes grises mentales

En realidad nunca quise volver. Nunca quise volver a sentir lo que antaño. Sentir el desplazamiento provocado por esas fuerzas puntuales a un ser libre de ataduras. Pero cuando de repente haya colapsado ante ese movimiento indeseado... que no me busquen. Que no me busque nadie. Porque desapareceré en el desierto de mí mismo, quemado por mi propio Sol y rodeado por mis arenas movedizas. Sólo yo conmigo mismo.

Un tsunami inmenso llega a muchísimas vida y provoca daños irreparables en ellas mientras otros sentimos la sequía de nuestro propio solar desconectado de la más mínima humedad ambiental.

No es que no quiera cruzar ríos. Es que ni los tengo cerca. No es que no quiera dar pasos hacia adelante. Es que cada paso que doy es en realidad un paso hacia atrás.

Quiero ser inteligentemente imbécil para poder, en mi ignorancia, ignorar el mundo que me rodea y que en el fondo de mi ser odio. Podría gritar, insultar, pelearme... pero me quedan años en la jaula con los mismos monos. Esperaré hasta que pueda huir... otra vez.

Mientras tanto la niebla de una mañana invernal cualquiera sigue en mi ventana. Y a veces no veo, pero en otras ocasiones directamente cierro fuertemente los ojos porque no quiero ver. No mirar amortigua muchas de mis caídas en el colchón oscuro de mi habitación donde escribo las crónicas de un periódico gris, nocturno, triste, apesadumbrado, melancólico, afligido.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Sinceras mentiras sobre la verdad

Una voz inalcanzable suena y me animan a seguirla anonadado. Siempre me dijeron que lo importante era el camino y no el destino. Burdas deformaciones de la realidad me vendían. Sin embargo nunca vi lo real con claridad. Una nebulosa ha nublado siempre mi existencia. Lo que nunca supe es si yo la creé o me la crearon.

No puedo olvidar la ausencia de gente que nunca estuvo en mi vida. Nunca se me va de la mente la persona que siempre quise ser y nunca fui. Jamás he dejado de ponerme metas que nunca cumplía, y aquellos casos en que pisaba la línea del destino era por pura inercia vital de un zombie enamorado de la nada.

Esbocé en un bloc mil y un garabatos de mi ser sin llegar nunca a sombrear ni un ápice la figura resultante. Compuse poemas para un limbo que existe entre la piel y la carne que me hace sentir lo que no quiero. Toque una sinfonía de aullidos lamentables. Implementé millones de ecuaciones de mí mismo en matrices, integrales y demás... sin llegar nunca a encontrar respuestas. Uno no puede tener más incógnitas que ecuaciones, y mis dudas son millones para las pocas certidumbres que me acompañan.

Pisé mi propia cabeza con los pies de mi alma y con la grasa que amenazaba mi corazón. Me volví a comer el devuelto de sentimientos que nunca se llegaron a ver realizados. La insomne enfermedad de los besos que nunca sentí de la forma que yo quería me dejó postrado en un sueño azul, rojo, amarillo e inalcanzable.

Miré los colores de una manta que me enfriaba más y más, y eran de un color que ardía. Así que procuré olvidarla. Más que nada para no volverme aún más loco dentro de la cordura de un ser racional e irracional a un tiempo.


Ámame mientras lo piensas.