¿Dónde has entrado?

Acabas de entrar a un extraño mundo, donde el discernimiento humano escribe con una extraña pluma. Mi teclado es rodeado por mi locura en un extraño halo que no puedo alcanzar a definir y cuando se mezcla con algunos profundos sentimientos... da este blog como resultado.

jueves, 26 de agosto de 2010

Inevitable


El Sol se pone todos los días para después volver a salir. La Luna se esconde también ahí arriba en ese cielo que nos cubre cual bóveda bella como ninguna. No se puede evitar.

Los seres humanos vivimos mientras estamos vivos. Después morimos y antes simplemente no existimos. No se puede evitar.

Después en otro orden de cosas, está todo aquello que soy yo el que no puedo evitar. No puedo evitar sentirme mal. Puedo evitar no saber los porqués. Ahora parece que ya no lo evito pero más que un problema que me quito es... la confirmación de una mentira. Donde dije digo digo Diego.

Miro a mi alrededor y no paro de ver esas piezas complicadas del más sutil ajedrez. Dos alfiles, dos torres, dos caballos y una reina y un rey. Después ya lo peones pares también. ¿Y qué significa ser par? Que por dos te dividirás. Pero yo soy uno nada más y cualquier división que no sea por mí mismo acabará dividiendo lo poco que soy, lo poco que tengo.

En la vida hay quien nos convence de que es como uno mismo, de lo bonita que es la amistad... Y te das cuenta de la gran mentira... Todo acaba con el número par y sólo entonces se empieza a jugar. Mientras yo sigo fuera, sin poder jugar a ese ajedrez vital. Pasa el tiempo y nada pasa ya. Uno se acostumbra. No se puede evitar.

Era inevitable que la ballena se convirtiera en orca asesina.

lunes, 23 de agosto de 2010

Tildes


Un día te das cuenta de que te gustan los hiatos formados con tildes y todo cambia. La suave perfección imperfecta del diptongo se rompe por algo más suave y más etéreo que una vocal pronunciable. La tilde señala de manera descarada y maleducada donde está lo tónico. Pero, ¿y las demás? ¿Qué pasa con las desgraciadas átonas?

¿Preguntas absurdas? Puede que sí o puede que no, pero mi absurdo discurso no carece de razón. De una razón tonta y disparatada pero cierta. De una verdad que nace de la mentira de personificar lo inerte. Aunque peor sea... convertir en nada lo vivo sólo porque quedó rezagado.

Nos pasamos todo el año esperando el verano. Después llega cada año una vez y pasa de la misma manera en que llegó: con más pena que gloria. Pero se sacan cosas, se ve la suave cuesta en que se ha convertido la vida conforme uno entra en la vida adulta más y más empinada.

Este verano sólo ha traído una decisión tomada en el último consejo de gobierno de la república independiente de mí mismo: expulsar de mi estado a unos cuantos que llamaba amigos y ya no lo son. No hay rencor, ni xenofobia, ni odio, ni nada malo. Sólo la toma de conciencia de que el tiempo no deja títere con cabeza. Y que si algún día me vieron a su lado ya no se acuerdan...

Las memorias de pez las tienen los peces. Los disco duros humanos suelen albergar bastante más información. Quien no retiene en sí mismo ciertos datos, imágenes y recuerdos necesarios para entender, comprender y apreciar el futuro... vivirá un eterno presente sin chubasquero ni paraguas pues ya no se acuerda de donde estaban.

Y quiero poner el acento en que hay quien se salva, hay quien lleva una tilde en mi vida. ¿Por qué? Porque que fea sonaría la sinfonía de mi vida, a veces triste y a veces alegre, sin poner cada palabra en su lugar y con su forma, para hacer la retahíla de palabras que escribo algo legible, por si algún día alguien decide meter mis palabras en un traductor. Por lo menos si no le sale pollo o cochinillo... le saldrá parecido.

No tengo remedio, siempre pensando en los demás y tan poco en mí mismo. Pero algo ha cambiado aunque me tilden de egoísta quienes mi yo anterior conocieron. Ha llegado la hora, las horas... ¿Podré llevarlo a cabo? No lo sé, será difícil porque la inercia de toda una vida no se cambia en un diferencial de segundo.

Tildar... Suena despectivo, ¿verdad?

domingo, 25 de julio de 2010

Estío tatuador


Llega el estío, el calor infernal. Mi infierno renace, una vez más. Pero ahora es distinto y a la misma vez igual. Ciclos vitales lo llaman pero yo estoy harto ya.

Hay fuego en mi pecho, cruel ansiedad, que a veces me impide hasta respirar. Todas mis ilusiones se han desvanecido. Estoy más solo de lo que había creído. Pero lo que no es normal es que después de labrar más de diez años en ese bancal, nada haya ni para desayunar. He cometido errores, no lo puedo negar, pero parece que le hubiera echado sal en vez de ese tiempo baldío de esfuerzo para los demás que ahora no sirve para nada.

La pasarela de la moda, para no desentonar, se cerró en mis narices cual bivalvo en alta mar. Y me encerré en mi aposento, en el más cerebral, para ver que no estaba tan mal, estaba fatal. Se olía a podrido y a soledad. Eso me pasa por tonto y por malgastar las horas y horas ahí, en los demás. De bueno ya más no me voy a pasar sino que sacaré la bestia a pasear.

He sido el peor de los ciegos, aquel que no ve, no porque no pueda, si no porque no quiere ver. Aunque mi lamento está tatuado con lágrimas negras este verano. Por ello deseo desaparecer ya de una vez. Cambiar de vida aunque antes he de acabar lo que he empezado con toda la dignidad. Quiero volver a la rutina más invernal y trabajar a más no poder con un abrigo o un anorak para poder ocultar y olvidar este tatuaje estival.

miércoles, 16 de junio de 2010

Soldadito sin plomo

La vida es todo lo que en realidad tenemos. El latir de nuestros corazones, el funcionamiento de nuestra masa cerebral, las constantes vitales sin descanso los fines de semana ni tan siquiera para dormir. Pero todo lo automático, lo importante, lo revestimos con la chaqueta del pasotismo casi extremo. El incesante goteo de segundos en la tubería desenfrenada de lo vivido coloca lo que se hace solo en la categoría de lo inerte, de lo que apenas existe. Todo lo demás lo revestimos de una importancia suprema, de la importancia que tiene todo aquello que no la tiene.

Cuando no hay nada mejor que hacer el aburrimiento se yergue en general, o más bien en el soldadito de plomo que un pez un día se comió y acabó en otros mares que yo nunca veré...

Pero claro al levantarnos de la cama, después de haber hecho nada y no haber hecho algo, la vida se nos antoja cruelmente inservible, vorazmente inútil, asquerosamente estancada. Mientras yo sueño con todo aquello que no hago, busco todo aquello que no encuentro, cojo todo aquello que no es mío.

Y de repente el odio de los demás quema mi espalda. Odio de aquellos que sólo son capaces de ver su única cicatriz, la del ombligo. No ven la de mi frente, a la derecha, por meterme a defender a quien después se alejó. Nadie nos debe nada, si no lo ha firmado un juez o un notario o ha salido en algún medio de comunicación y lo ha visto hasta el soldadito antes de salir del agua en pos del aire que le falta.

¿Tengo alma? Si es así, que me la quiten. Si no es así, que me la pongan. Sólo necesito algo diferente. Sólo necesito que no me sigan mirando a los ojos como si no pasara nada, como si no hubieran visto que dentro de mis ojos hay lagrimas que no ven, o quizás sí. Sólo necesito un bello ángel que me lleve en volandas a un nuevo mundo, donde todo lo demás dé igual.

sábado, 12 de junio de 2010

Roturas frágiles


Creo que voy a romperme tras el despertar vespertino. Las teclas del piano siguen sonando, recalcando errores cometidos sin querer en una vida que es mía y de nadie más. Si las teclas las toco yo vale, lloro, me lamento y todo pasa como un cuento. Pero cuando me las tocan parece que la frágil estructura ósea de mi piel va a colapsar en pos del suelo.

Siempre quise tener una jardinera, para poder plantar flores, hortalizas y plantas varias. Pero ahora que la tengo no sé que más quiero. El problema de haber leído una página es supremo si no se tienen fuerzas para pasar a la siguiente.

La dulce tostada de margarina y azúcar se derritió por el calor formando una extraña mezcla. Nunca supe su nombre, hay cosas que no lo tienen. Es triste, aunque lo es más cuando el xilófago se come a la madera, pues ya no hay madera que valga. Y algo así me pasa, aunque mis termitas son de carne y hueso.

No hay mayor fragilidad que la de un alma herida, hasta los huesos humanos o vidrios son menos frágiles que la extraña oscuridad del oscuro pasajero que llevo dentro.

"Juro por las patas de mi cama que, aunque no parecen nada, me sujetan mientras duermo. "

miércoles, 19 de mayo de 2010

Ríos de pinta

Las ratas se marchan ya en pos de ríos de sangre que chupar. Chirriaron con sus hocicos como suenan los goznes de una puerta anciana. Su sonido era el peso sobre mis tímpanos de lo que tengo y de lo que no. No quiero lo que tengo y quiero lo que no tengo. No me autocompadezco de mí mismo. Nunca sirvió para nada. Pero todos los días me despierto en el mismo lugar con la canción de una arquitectura racional cayendo al suelo de las ruinas más pesadas.

De repente empiezas a odiar las escuelas pues en ellas están los únicos seres realmente felices de este mundo. Es feliz el necio, y semifeliz el que se lo hace. Porque la ignorancia es una grado más en el deconstructivismo absurdo actual.

La historia interminable sí acababa. Sí se distingue el cuadro blanco sobre fondo blanco. Nadie vive ya en la Casa de la Cascada, ni en la Casa Farnsworth, ni en la Ville Savoye. Nadie sabe exactamente qué hay detrás del fin.

Cambio, me cambian, me cambio. Y aunque puedas ver la misma cara que hace un año sólo sabrás que estoy detrás. Porque todo puede haber cambiado. Puede que sí, puede que no. La búsqueda de los seres que nos rodean todos los días es la más difícil. Nunca sabes lo que piensan, nunca sabes lo que sienten, nunca sabes si se ríen cuando giras la cabeza.

Contradicciones absurdas como un samba alemana o una sardana portuguesa. Sinsentidos terroristas del amor inexistente de la nochevieja del año 88 cuando aún no existía. Corazones que necesitan un motor a gasolina.

Rabia. Mucha rabia. Querer gritar y no poder hacerlo. La vida urbana es un vasallaje encubierto al asfalto, al hormigón y a los ladrillos de gomaespuma compresible para que los bebés que aún no saben como funciona esto puedan llegar a ver que el diez no existe.

Borrachera insoportable de sobriedad.

Los padres no existen... son los reyes...

lunes, 3 de mayo de 2010

Océanos incompletos


Sentir como llega el océano a llenar toda la habitación en la que vivo. Verme buceando casi inerte en el espacio en que solía vivir. La música hay veces que viola mi alma y otras veces es el silencio... Me acompañan pero de aquella manera tan sumamente especial que les caracteriza.

Empiezo a escribir, y lo hago por necesidad. Los de mi alrededor no me leen, en realidad tampoco quiero, pero a la misma vez me entristece que no lo hagan, que no quieran llegar a conocer mi lado oscuro. ¿Tienen miedo? ¿De qué? ¿De un ser que a veces no resiste las cargas existenciales aplicadas en un nudo, el nudo de la garganta? Yo no soy este ser y sí lo soy. Quizás sea una especie de esquizofrenia que se niega a ser tratada por el orgullo leonado de mi ser.

En realidad mi problema es que no me hago las preguntas exactas. En realidad no tienen miedo de conocerme, es que no les interesa. Pero es tan triste... que no me gusta.

No me gusta hablar mal de los demás, sobretodo habiendo excepciones a esa regla. Pero no me gusta verme en un mundo que me hace subdividirme en otros muchos mundos... y cuando llega el momento de hablar de mí la gente huye espantada por una complejidad demasiado dura para un ser que hasta entonces sonreía. Todos saben cual es mi problema, yo mismo lo sé, pero que no me hablen demasiado de lo que tienen y yo no porque quizás puede ponerme a llorar y claro, en ese momento, habrán de correr.

Mi habitación cada vez está más húmeda. ¿Es la lluvia? No, son las lágrimas. Caen dispuestas al suicidio por mí, para que cuando cese el llanto pueda hayarme un tanto mejor. Aunque lo que no saben es que fue en vano...

De todas maneras gracias a las excepciones por hacerme sentir que mis lágrimas, de esta época sensible mía, no son lágrimas de locura sino de vida... y que, por ende, el suicidio de las gotitas de agua salada por mí creadas quizás cumplen una secreta misión en la búsqueda de lo que no se tiene y se ansía... En la búsqueda del incompleto océano de la felicidad.

miércoles, 28 de abril de 2010

Cambios inertes

Nada va a cambiar en mi mundo. Eso que para otros es motivo de alivio y de lucha para mí no es más que una anquilosada piedra que aumenta el peso propio de mi alma hasta hacerla arrastrarse.

La presa sigue construida, imponente, conteniendo todo un caudal... Y apenas se abren las compuertas para dejar escapar algunas vergonzantes lágrimas. Encima de mis aguas tranquilas en apariencia la gente construye puentes a los que mis profundas tierras sirven de cimiento. Pero en aquello que parece tranquilo hay una energía inconmensurable contenida...

Nada va a cambiar. No es porque no quiera, no es porque no haga cosas nuevas cada día... es porque hay oportunidades que no se presentan y no es porque no las busque... Y uno se cansa, a uno el hastía le carcome cada centímetro de cerebro. Pero enseguida se vuelve a la vida, se sigue con ella, sin esperar nada a cambio...

Pero es que no hay nada más triste que ver los cambios, sentirlos y ver que no llevan a ninguna parte o, peor aún, que llevan al mismo sitio que siempre. A esa soledad con demasiada compañía. A ese vivir por lo que no es mío. A esa inercia vital tan triste y desesperante.

miércoles, 24 de marzo de 2010

La fragancia del vaso

Relatar el principio no puede ser tan complicado... De repente todo un mundo se dilucida, muestra sus cartas con claridad. De repente lo demás seres humanos se convierten en gárgolas. Después de años de mi propia petrificación volví a demostrar sentimiento alguno. Aunque quizás no haya persona adecuada para demostrar lo que llevo por dentro, pues todos tienen llaves y puertas de escape. La mía sólo fue y ha sido una, la llave del escapismo, y no quiero volver a usarla.

Un cambio tras otro. Eso es la vida. Y para llevar una vida hay que afrontar esos cambios. Huir es convertirse en el vivo de lo inerte, en el vivo de un metro que lleva a ninguna parte, de un tranvía con vistas al vacío, de un autobús que lleva en el interior el tubo de escape. Lo peor es que a pesar de mi convencimiento de lo que no debo hacer lo haré. Cuando uno no ve más caminos... o no es que no los vea o no los quiera sino, simple y llanamente, que no los tengo.

El vaso siempre estuvo vacío. Excepto en aquel principio donde todo era diferente e igual, aquel principio en el que todo se truncó aunque seguí hacia delante. Y no hablo de un principio ancestral ni de mi propio principio sino del principio de mi yo adulto consciente.

¿Por qué hago las cosas? Porque debo. Pero, ¿por qué debo? Se me olvidó preguntárselo a Kant... ¿Por qué todo parece que vuelve? Por el eterno retorno. Pero, ¿por qué vuelve? Se me olvidó preguntárselo a Nietzche.

Romper un plato da igual, si es del microondas la cosa cambia. Y es que hay platos y platos, personas y personas... Soledades y soledades. No es lo mismo estar solo cual ermitaño en la montaña que en una sociedad, que en un mundo donde hablas y hablas con gente que ve un espíritu alegre, fiestero y dicharachero. Pero el dolorido sentir sólo lo siente alguien que ha tenido demasiado tiempo para pensar en cosas que otros simplemente no piensan o si piensan se juran no volver a hacerlo.



"Del pasado dichoso sólo podemos conservar el recuerdo; es decir, la fragancia del vaso" Azorín, Castilla

miércoles, 10 de marzo de 2010

Hastío invernal

Mañana. Otro día más de la semana de lo horrible. Más tiempo pasado sin sentido en pos de un sueño que ya no lo es. Pero da igual. Cuando uno coge un camino o escapa a las primeras de cambio o ya no tiene más remedio que llegar hasta el final.

De repente el tiempo no me pertenece. De repente las horas pasan frente a los libros y enfrente de una pantalla de ordenador. De repente los muros se han de transformar en planos, la luz en material de análisis, los edificios se mueven de una forma imperceptible, y la vida en algo nuevo sobre lo que investigar... Y en realidad todo es mucho más sencillo, o más complejo y por ello no lo entiendo.

Quisiera ser más libre. Haber llegado a alguna extraña bahía donde sentarme a ver pasar el tiempo, donde sentarme a esperar aquello que ansío. Pero no, no tengo tiempo. Me lo robaron o... más bien lo cedí. ¿Por qué no podremos ver las consecuencias de nuestras acciones?

No es arrepentimiento. No. Es un profundo hastío sin recompensa. Una profunda muesca en mi espíritu que me daña. Es un tormenta de arena que erosiona mi ser de piedra. Es la luz que daña unos ojos saliendo de la penumbra. Es la suerte vista por quien no la tiene. Es el sí visto por quien siempre dice que no.

El tren sigue su curso, sin detenerse, esperando uno de esos cruces, una de esas señales que señalan el cambio de vía para poder volver a elegir. ¿Lo haré entonces bien?

domingo, 28 de febrero de 2010

Vital océano


Esta noche unos ojos azules me han hablado mudamente de la soledad. Y no es que me dieran miedo ni que me enamoraran sino que me he visto reflejado. Me han enseñado una extraña burocracia que me lleva hacia delante sin freno, con inercia vital, sin plantearme casi nada a la misma vez que lo cuestiono todo, y ello evita cualquier cambio necesario en mí...

De repente miro hacia atrás, como muchas veces hago, y veo tantas y tantas cosas que hice mal... Y no son un trauma para mí, he conseguido seguir hacia delante con normalidad... Aunque quizás nunca asumí realmente lo que estaba mal y me he convertido en el demonio del infierno de Dante personificado en un humano que no mata ni la mosca más pesada de una tarde de verano.

El océano vital es inmenso. Uno cuando empieza a moverse por él apenas sabe. Otros han de tutorizarle durante años hasta que puede un ser humano nadar con eficiencia para continuar saltando olas. Yo he notado que sólo uso los pies y no las manos. Cada vez me hundo más y más en un mar que es mío, en el agua que me pertenece, en mi espacio vital acomodado a lo que venga sin luchar por lo que quiero. Pero sólo sé odiarme por ello, por no explorar un vasto mar, por no sacarle a la vida todo el provecho posible.

martes, 23 de febrero de 2010

Prado minado

Autistas trabajos en grupo. Rodeado de compañeros que no acompañan. Hay maestrías que nunca se dominan, y que nunca podremos dominar. Hay autovías y autopistas en las que uno va a la velocidad mínima. Pero voy, cuando otros hace mucho se quedaron en la cuneta. Sin embargo también hay cosas que jamás podré entender como es que no ayude el que lo debe hacer.

A veces no sé si digo las cosas demasiado poco claras, si soy una pared totalmente opaca que nada deja entrever o si en cambio soy el vidrio que todo enseña, el ser que todo muestra...

Aquellos que me debieran entender, aquellos que deberían conocerme, aquellos que están cerca... no me entienden, no me conocen, están lejos de mi corazón. Y no quiero volver a un campo de minas a que me sigan explotando en la cara, aunque quizás la vida no sea más que eso, un gigantesco prado minado en el que algún día me quedaré quieto por miedo a que me sigan dañando y por ello, ¿deberé conformarme sea lo que sea lo que esté viviendo? ¿Deberé ser un zombie más viendo la vida pasar? ¿O es que en realidad ya lo estoy haciendo?

lunes, 25 de enero de 2010

Barreras que ahogan

Frío en los pies... y en el alma. El escudo cada día es más grande, y lejos de protegerme de lo que hay en el exterior, hace que se congele un interior hasta ahora vivo. Mis constantes vitales están bien, físicamente perfecto... pero siempre me falta algo, algo que no busco, algo a lo que tengo miedo, algo que no puedo describir porque sé lo que es pero tengo miedo a no encontrarlo nunca.

Siempre fui idealista, intenté alcanzar para poder implementarlas en mi vida esas ideas platónicas convertidas en carne, en realidad. Pero me dí cuenta que lo ideal no existe más que en mi mente. Ello me llevó a crear ese escudo anti misiles contra un enemigo que no existe y que no es más que la realidad. Una realidad que he hecho difícil. Y es que lo más difícil de todo es cambiarme.

Las piedras contra un lago en calma forman bellas ondas concéntricas. Todo ello es armonioso, es lo que deseo. Pero no tengo suficiente dinero para comprarme un lago cubierto al que no afecten las inclemencias del tiempo. Sin embargo me empeño en tejerme a mi alrededor un suéter cada vez más grueso y lo que hago no es más que ahogarme.

Intento no pensar. Pero nunca lo consigo. Eso también es imposible, como casi todo lo que sueño. Nunca quise unos pies en la tierra y ahora los tengo sumergidos en la ciénaga que yo construí a base de saliva y arena de playa. Poco a poco se seca como si fuera un hormigón de la mejor calidad. No quiero superficies cementantes que me ahoguen, no quiero presas que ahoguen el transcurrir de mi río vital, sólo quiero... ¿que me quieran?

martes, 5 de enero de 2010

Dudas


Cuando los mares pasan de la marejada a la marejadilla. Cuando los huracanes pasan a ser simples rápidos vientos. Cuando el polvo en suspensión vuelve al suelo. Sólo entonces notamos la calma en que vivimos.

La venganza es para mí un sentimiento pueril, que me desencaja a veces de mi posición. Pero siempre vuelvo a ser yo. Aunque cada una de mis experiencias vitales me modele como persona, como ser humano.

Pero yo pienso. Pienso demasiado. Sobretodo antes de irme a dormir cuando no logro conciliar el sueño deseado. Y en múltiples ocasiones sueño con un ser que soy, fui o que quizás seré. Logré alcanzar lo que en mi vigilias en pos de himnos vislumbré. Sin embargo el resultado de todo ello no es siempre el que esperaba e incluso a veces causa una angustia vital indescriptible.

Son mi elecciones, mis equivocaciones y mis aciertos a medias. Querer ir a un sitio sin moverte del que estás, ¿es normal? Y es que un día, sin querer o queriendo sin saber, abandoné un mundo a medio explorar y marché a otro.

Después de la desolación, siempre llega la calma. Después de buscar respuestas, amistades y muchas otras cosas cuando las encuentras después de épocas oscuras en la vida te sientes extrañamente calmado. Con miedo a perderlo todo porque me voy, porque dividí mi mundo y a mí mismo.

Y ahora no sé si volver a casa, a la tierra que me vio nacer, quedarme en aquella que me dio una oportunidad o volver a volar... hacia no se sabe donde, hacia un lugar en el que abandone todo de verdad. Pero es que me cansé de defender el terruño estando lejos. ¿Volveré? ¿No? No lo sé. Dudo... y mucho.