¿Dónde has entrado?

Acabas de entrar a un extraño mundo, donde el discernimiento humano escribe con una extraña pluma. Mi teclado es rodeado por mi locura en un extraño halo que no puedo alcanzar a definir y cuando se mezcla con algunos profundos sentimientos... da este blog como resultado.

lunes, 25 de enero de 2010

Barreras que ahogan

Frío en los pies... y en el alma. El escudo cada día es más grande, y lejos de protegerme de lo que hay en el exterior, hace que se congele un interior hasta ahora vivo. Mis constantes vitales están bien, físicamente perfecto... pero siempre me falta algo, algo que no busco, algo a lo que tengo miedo, algo que no puedo describir porque sé lo que es pero tengo miedo a no encontrarlo nunca.

Siempre fui idealista, intenté alcanzar para poder implementarlas en mi vida esas ideas platónicas convertidas en carne, en realidad. Pero me dí cuenta que lo ideal no existe más que en mi mente. Ello me llevó a crear ese escudo anti misiles contra un enemigo que no existe y que no es más que la realidad. Una realidad que he hecho difícil. Y es que lo más difícil de todo es cambiarme.

Las piedras contra un lago en calma forman bellas ondas concéntricas. Todo ello es armonioso, es lo que deseo. Pero no tengo suficiente dinero para comprarme un lago cubierto al que no afecten las inclemencias del tiempo. Sin embargo me empeño en tejerme a mi alrededor un suéter cada vez más grueso y lo que hago no es más que ahogarme.

Intento no pensar. Pero nunca lo consigo. Eso también es imposible, como casi todo lo que sueño. Nunca quise unos pies en la tierra y ahora los tengo sumergidos en la ciénaga que yo construí a base de saliva y arena de playa. Poco a poco se seca como si fuera un hormigón de la mejor calidad. No quiero superficies cementantes que me ahoguen, no quiero presas que ahoguen el transcurrir de mi río vital, sólo quiero... ¿que me quieran?

martes, 5 de enero de 2010

Dudas


Cuando los mares pasan de la marejada a la marejadilla. Cuando los huracanes pasan a ser simples rápidos vientos. Cuando el polvo en suspensión vuelve al suelo. Sólo entonces notamos la calma en que vivimos.

La venganza es para mí un sentimiento pueril, que me desencaja a veces de mi posición. Pero siempre vuelvo a ser yo. Aunque cada una de mis experiencias vitales me modele como persona, como ser humano.

Pero yo pienso. Pienso demasiado. Sobretodo antes de irme a dormir cuando no logro conciliar el sueño deseado. Y en múltiples ocasiones sueño con un ser que soy, fui o que quizás seré. Logré alcanzar lo que en mi vigilias en pos de himnos vislumbré. Sin embargo el resultado de todo ello no es siempre el que esperaba e incluso a veces causa una angustia vital indescriptible.

Son mi elecciones, mis equivocaciones y mis aciertos a medias. Querer ir a un sitio sin moverte del que estás, ¿es normal? Y es que un día, sin querer o queriendo sin saber, abandoné un mundo a medio explorar y marché a otro.

Después de la desolación, siempre llega la calma. Después de buscar respuestas, amistades y muchas otras cosas cuando las encuentras después de épocas oscuras en la vida te sientes extrañamente calmado. Con miedo a perderlo todo porque me voy, porque dividí mi mundo y a mí mismo.

Y ahora no sé si volver a casa, a la tierra que me vio nacer, quedarme en aquella que me dio una oportunidad o volver a volar... hacia no se sabe donde, hacia un lugar en el que abandone todo de verdad. Pero es que me cansé de defender el terruño estando lejos. ¿Volveré? ¿No? No lo sé. Dudo... y mucho.