Me gustaría alzar el vuelo, con una ténue brisa a mis espaldas y tocar las nubes con las puntas de mis dedos en un arrebato de lujuria. Pero hace tiempo que no tengo alas, hace tiempo que me fueron cortadas. Algunos pensarán que en realidad nunca tuve, pero aun recuerdo a mi padre poniéndome unas alas con las que conseguía lanzarme al cielo.
Me gustaría desvestir mi cuerpo y mi alma sin pudores. Ser la esencia de mi yo, la esencia de mi propia existencia. Aunque en gran parte lo soy, porque todo o casi todo lo que hago es porque quiero, porque quiere una parte de mí. Ya sea mi parte tímida, la lujuriosa, la fiestera, la callada, la introvertida, la extrovertida... Pero es que todas esas partes y más son lo que conforman mi existencia y por ende también la esencia de ésta.
Me fui huyendo de la ciudad en la que nací y ahora que he vuelto parece que no me quiero ir. Pero mi lugar y mi futuro en septiembre no estarán aquí. Todos mis yos se tendrán que ir a esa otra ciudad que yo mismo elegí como ese exilio no obligado pero sí entonces deseado. No es que allí esté tan mal, es que aquí soy enteramente yo y no nadie más.