Algo diferente entre tanta y tanta gente. Ya no sabe ni lo que siente. Sin embargo conoce a la perfección lo que busca.
Su nombre no será recordado más allá de su muerte pues guarda silencio sobre lo que le bulle por dentro en su mundo de cada día. Pero, en parte, es normal. Quizás si sabe lo que siente, sólo que cambia demasiado en poco tiempo y es consciente pero paciente ante los impacientes cambios. Por ello ese pasar del sentimiento contándoselo sólo a quien sabe con seguridad que le presta su entendimiento.
Le encanta escribir poesía pero nunca se atreve. Él es muy de medir los versos y lo que lleva en su cabeza es verso libre sin remedio. Matemático en su mundo de artistas, donde lo único que dibuja son esas fugitivas aristas. Deseoso de encontrar esa velocidad de escape que le lleva de vez en cuando a casa, en un destartalado tren donde en cierto momento el mar se puede ver.
El mar... tan lejos y tan cerca. Ese humo salino que se disipa en su memoria ocupada en mil y una otras historias le envuelve casi sin que se entere. Pero él lo siente.
Él es en realidad ese otro yo que vive de día, que también piensa, pero un poco menos. Distraído en el extraño jaleo apabullante de una vida que vivir. Y a veces es difícil y aún más cuando se transforma en mí.
Su nombre no será recordado más allá de su muerte pues guarda silencio sobre lo que le bulle por dentro en su mundo de cada día. Pero, en parte, es normal. Quizás si sabe lo que siente, sólo que cambia demasiado en poco tiempo y es consciente pero paciente ante los impacientes cambios. Por ello ese pasar del sentimiento contándoselo sólo a quien sabe con seguridad que le presta su entendimiento.
Le encanta escribir poesía pero nunca se atreve. Él es muy de medir los versos y lo que lleva en su cabeza es verso libre sin remedio. Matemático en su mundo de artistas, donde lo único que dibuja son esas fugitivas aristas. Deseoso de encontrar esa velocidad de escape que le lleva de vez en cuando a casa, en un destartalado tren donde en cierto momento el mar se puede ver.
El mar... tan lejos y tan cerca. Ese humo salino que se disipa en su memoria ocupada en mil y una otras historias le envuelve casi sin que se entere. Pero él lo siente.
Él es en realidad ese otro yo que vive de día, que también piensa, pero un poco menos. Distraído en el extraño jaleo apabullante de una vida que vivir. Y a veces es difícil y aún más cuando se transforma en mí.
4 comentarios:
Qué bonito escribes.
PD:Si alguna vez encuentras esa velociad de escape,avísame a mí también,llevo años buscándola.Y yo sin medir versos y sin rimas.Y pensando en el mar cada diez segundos,o menos.
Besos.
Creo que he descubierto a un paisano de los grandes :P
a veces las musas nos dejan de lado.
el mar ayuda a evadirse.
escribir tambien.
A ese otro "Yo" hay que prestarle atención... suele ser nuestro mejor amigo.
PD; Me encantaría poder leer tus poesías
Besos.
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