¿Dónde has entrado?

Acabas de entrar a un extraño mundo, donde el discernimiento humano escribe con una extraña pluma. Mi teclado es rodeado por mi locura en un extraño halo que no puedo alcanzar a definir y cuando se mezcla con algunos profundos sentimientos... da este blog como resultado.

viernes, 21 de enero de 2011

Invernales playas desiertas


A veces cambio el sonido, el ruido banal y deforme, por música. Me dejo llevar por el repiqueteo de unas notas. Pongo en blanco la mente y mis sentidos se concentran en la leve levedad de los milisegundos que tarda en llegar a mis oídos una retahíla de notas. Entonces olvido lo bueno y lo malo y concentro la existencia en el punto de la sonrisa inocua e infantil que solo el loco puede poner de vez en cuando.

Saltar me apetece. Aunque saltar no sea más que la mejor metáfora sobre la existencia humana, del suelo vienes y en el suelo acabarás. Pero sentirte en el aire unos instantes preciosos es como quedarte mirando los diamantes de Tiffany's desde el escaparate con un café en la mano. Instantes. La felicidad no se intenta, se tiene o no. Momentos de todo hay en verdad en la vida. Ahora sonrío, quizás lo próximo que cuente sean otra vez mis soledades eternamente vitales. Pero en la mismidad de uno mismo está todo, lo bueno y lo malo, lo feliz y lo triste, lo salado y lo dulce, el placer y el dolor. Se pueden mirar los toros desde la barrera... Otra cosa es lo que cada uno sentimos ante ese maltrato animal.

Voy a ir por múltiples caminos de espinas y por otros de rosas, que se juntarán en un eterno horizonte que alcanzaré un día, en un momento en el que después del cual no podré volver a pensar. Y mientras tanto ahogo las penas y las alegrías, de éste y de cualquier día, escribiendo, estudiando, saliendo, riendo, llorando... Pero siempre en gerundio.



Ir a la playa en invierno en bañador en pleno mes de enero en el hemisferio norte no es lo más cuerdo que recuerdo.

jueves, 6 de enero de 2011

Telarañas de repetición



Círculos que me devuelven al mismo lugar donde ahogar mis desdichas en un manantial. Los ríos de tinta que un día escribí se han quedado para siempre ya aquí. Lo que me causa impotencia es leer una y otra vez sentimientos de años y años atrás que hay días aún que me salen sin parar.

Agua escurridiza entre mis dedos ha de resbalar. Es algo físico, es algo normal. Pero después hay muchas personas que me hacen igual. Se escurren sin parar en cuanto ven algo que no quieren soportar. Es difícil, quizás pida demasiado, pero estos últimos meses a muchos de mis límites he llegado. Me he encontrado teniendo que tragar el agua gélida de mi propio manantial aderezada con especias que me echaban por ahí que congelaban ese agua muy dentro ya de mí. Mas como siempre ayuda no hay, porque no la pido también es verdad. Yo voy con mi mierda y con la de los demás.


Ahora me he vuelto loco. Casi sin querer. Todo me da igual o eso parezco creer. No sé cuanto duraré en esta edad del pavo, casi temporal, que me han regalado los reyes esta Navidad. El final se acerca. Esa realidad, donde veo que tanto ha cambiado en general pero en mi alma, en mi interior, algún ser superior, en quien no creo, hubo de criogenizar las mismas sensaciones en un ciclo sin fin, como la función seno pero para mí. Esa realidad sé yo que sigue ahí y después de la locura volverá a estar allí, en una cama solo escribiendo aquí otra vez de lo mismo, de lo que ya repetí una vez y mil. Es mi tema estrella adornado por mí, porque sino me aburro ya de repetir mis hartazgos varios en este mundo vil. Es una telaraña que me envuelve por doquier, estrangula poco a poco, de la manera más cruel. Pero ya no siento nada, ni placer en el burdel, estoy en una burbuja que muy pronto explotaré.