No puedo seguir escribiendo los versos en prosa. No puede seguir importándome aquello que en realidad no me importa por absurdos miedos y penas. Y pena los que se mueren de hambre o yacen postrados en una cama, no ellos.
Recorrí la calle alegría sin saber en donde estaba hasta desembocar por una extraña callejuela transitoria a la pequeña plaza tristeza fugaz. Miré en derredor apenado por nada y por todo. Apenado porque me saqué el corazón y lo vendí en el rastro de la desidia, el olvido y la lejanía de aquellos que me conocen, de aquellos a los que quiero. Pero pena los que guerrean sin DNI que verifique su edad, no yo.
Vi a Cupido volando fugaz, transparente, inocente, ignorándome. Y la congoja de la soledad acompañada por neblinosos espíritus que se arrastran en mi existencia apretó mi corazón de acero hasta deshacerlo como cenizas volantes. Sin embargo pena las chicas que son despojadas cruelmente de su clítoris y aquellas que se ven obligadas a casarse con un hombre cuarenta años mayor que ella, no que no halla encontrado aún la idea volátil de un amor que necesito y no a un tiempo.
Las voces de mi tiempo me llegan con claridad a mis ojos y oídos, y no hago más que sumergirme en el autismo inútil y desvencijado de la autocompasión. Y lo sé y no hago nada, y eso es lo que me preocupa. Pero no guapo, ahora nada de penas, ahora te jodes.
Recorrí la calle alegría sin saber en donde estaba hasta desembocar por una extraña callejuela transitoria a la pequeña plaza tristeza fugaz. Miré en derredor apenado por nada y por todo. Apenado porque me saqué el corazón y lo vendí en el rastro de la desidia, el olvido y la lejanía de aquellos que me conocen, de aquellos a los que quiero. Pero pena los que guerrean sin DNI que verifique su edad, no yo.
Vi a Cupido volando fugaz, transparente, inocente, ignorándome. Y la congoja de la soledad acompañada por neblinosos espíritus que se arrastran en mi existencia apretó mi corazón de acero hasta deshacerlo como cenizas volantes. Sin embargo pena las chicas que son despojadas cruelmente de su clítoris y aquellas que se ven obligadas a casarse con un hombre cuarenta años mayor que ella, no que no halla encontrado aún la idea volátil de un amor que necesito y no a un tiempo.
Las voces de mi tiempo me llegan con claridad a mis ojos y oídos, y no hago más que sumergirme en el autismo inútil y desvencijado de la autocompasión. Y lo sé y no hago nada, y eso es lo que me preocupa. Pero no guapo, ahora nada de penas, ahora te jodes.
5 comentarios:
Qué bonito es esto.A veces deberías olvidarte de ciertos miedos.Penas,bah.No hay que ser débil nunca.¿Que Cupido te ignora?Ignórale tú también.No vale la pena desgastar nuestra alma corriéndo detrás de él,si luego él huye de nosotros.Que se marche lejos,ya volverá cuando dejemos de perseguirlo.Y si te sacaste el corazón,y lo vendiste,estoy segura de que no será tan difícil volverlo a recuperar,meterlo en la caja torácica y coserlo ahí fuertemente.Que no lo vendas más nunca.Y que no tengas más penas así.
pues mira, no me das pena, porque eso es que queremos, que nos compadezcan, lo se perfectamente, porque yo tambien transito de vez en cuando por esa calle, hasta que le hice una marca para reconocerla la proxima vez y dar un rodeo por otra calle.
Asi que como tu dices, te jodes y a andar¡ pero eso te lo tienes que decir tú, no yo.
besos
Si lo de "te jodes" ya me lo digo. Es ese precisamente el primer paso para ignorar la autocompasión que es una de las peores cosas que hay porque bloquea un camino con un bloqueo que sólo radica en nuestra mente.
hoy me estoy diciendo diez mil veces "te jodes" a mi misma, porque no hice caso de la señal y me adentré en esa maldita calle... porque será que a veces simplemente no somos capaces de salir?
besos
Menos llantos y más huevos a la vida, paisano. Que para sufrir ya sufrimos en campaña electoral :D
Besos brujos!
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