
Y poco a poco se posterga el salir del nido, aunque hace años que se derritió el hielo de la puerta de la madriguera y ya sé cómo es el Sol. Pero cada vez que salgo parece que es él el que me quema y no el hielo que aún acumula el interior de la honda cueva.
Pero saldré, lo sé, y veré el mundo con ojos renovados. Y entonces, y sólo entonces. Echaré a andar con paso firme en el camino que se ponga por delante y no como algo informe y desinformado que parece más un ave escondida, que el amo de su sino, de su destino, para hacer si me da la gana el pino en el confín de tus labios, de tu pectoral anonadado. Y entonces seré ya ese pajarillo que con sus alas ha emprendido el vuelo de tenues palabras aladas para construirse en lontananza un majestuoso nido.
2 comentarios:
¿Miedo o cobardía?
Saludos brujolíticos.
PD: Me encantó la foto de la estación que colgaste hará dos meses. Fue allí donde empezó la historia física del cuento de el niño bueno y la niña mala. Gracias por pasarte.
Ante todo, y lo más importante, es que comienza un deshielo que aventura alegrías reales, las que fueron soñadas y por fin se harán realidad.
Un saludo, tocayo.
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