¿Dónde has entrado?

Acabas de entrar a un extraño mundo, donde el discernimiento humano escribe con una extraña pluma. Mi teclado es rodeado por mi locura en un extraño halo que no puedo alcanzar a definir y cuando se mezcla con algunos profundos sentimientos... da este blog como resultado.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Primitivo refugio animal

¿Cínico, realista o tal vez infantil? Es el trío de palabras entre las que, sin duda, tendría que elegir. Pero no me voy a definir. Es imposible para mí. Sobre todo cuando el mayor de mis problemas es no querer ni escuchar ni oír.

Me he creído durante mucho tiempo el sabio que todo lo sabe, el presidente ejemplo del buen gobierno, el rico humilde yendo al rastro, cuando en realidad he actuado toda la vida como un quinceañero, ¿persiguiendo el qué? Nunca lo sabré. O sí y tengo miedo a confesarlo. Había quien me apreciaba tal y como era, sin embargo le olvidé. He intentado borrar las fotos viejas sin llegar a conseguirlo, ¿cómo borrar una vida de recuerdos inconexamente conectados?

He estado tan deslumbrado por lo que veía en mi exterior que nunca conseguí llegar al interior. No importa hacia donde me mueva, estoy atrapado dentro de mi mismo. Aunque eso no podré arreglarlo sino es con un autismo perenne en mi existencia. Pero dudo incluso de mi existencia y de la existencia de los otros que ando buscando en tantas facetas vitales. ¿Existe el momento adecuado o la persona adecuada?

A veces pienso que si pierdo el equilibrio no lo recuperaré nunca. A veces pienso que he vivido muchos años para escuchar palabras que pasan sin pena ni gloria y llorar cuando no hay otra salida. A veces pienso que he empezado a pagar con silencio o con la misma conversación cada vez.

Me estoy haciendo viejo. Lo noto porque la forma en que me miran cada día cambia. Quizás debería cambiar yo, empezar una nueva vida, nuevos hábitos, redefinir relaciones... ¿Pero por qué empezar ahora algo que no he hecho en toda la vida?

Analizo demasiado. La matriz de mi vida ha dejado de ser cuadrada para alcanzar proporciones ilógicas que no entiendo, que no me dejan operar... La integral ya no está definida y olvidé calcular... La métrica del poema está rota y no hay sinalefa que romper... La primera declinación se me olvidó y ya no hay rosas que valgan...

El lobo sopló a mi escondite de paja, todo se rompió y aún no tiene mi hermano casa de ladrillo en la que refugiarme. Así que me refugio en la cueva animal de mí mismo. Sin lamentos, quizás llevo tanto tiempo en ella que la he hecho mi hogar.

No quiero espadas de Damocles encima mío, ni arrancarme un pecho como Hipólita para disparar más lejos, ni convertirme en laurel como Dafne para huir de un dios. Quiero lo que puede que todo el mundo quiere y a mí me da tanto miedo tener.

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